jueves, 19 de enero de 2017

ELIZABETH ZETLIN










Algunas funciones de la nieve

Para estar quieta. Para tocar
charadas con los árboles,
hacer cosquillas en la espalda de los lagos.
Para la anulación, la aliteración
y la rima. Para refrigerar
las rodillas, nos fuerza a volvernos lentos, a simplificar,
a limpiar los armarios. Para protegernos
y perder peso – el del agua
en las plantas dormidas, el de la tristeza
del resto de nosotros. Para destellar.
Para hacernos salir de abajo
de los patrones cristalizados. Para aclarar la paleta.
Para recordarnos que no tenemos el control.
Para despertar los hombros y doler las espaldas,
hacernos mirar para arriba de lo que sea que estemos haciendo,
para acercarnos a las nubes. Para ser
atmosféricos, traslúcidos, únicos en nuestra especie.
Para parar el tráfico, cerrar las escuelas, interferir las comunicaciones,
cancelar prácticamente todo mientras caemos a la tierra,
para agitar nuestros brazos como alas, convertirnos
en lo que nosotros llamamos ángeles de nieve,
entrar en la quietud, derretirnos.



Versión de Tom Maver.


Imagen: Harald Sohlberg, Efter snestorm, Lillegaten Røros, 1903.



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