miércoles, 6 de mayo de 2015

WANG JIAN










Ha llegado el otoño y todo se desnuda
para vestirse luego con un manto de escarcha.
La hierba que era verde, pálida agoniza.
Los pájaros se fueron por temor al frío;
solamente los cuervos se resisten a la fuga.
Las nubes se convierten en islas errantes
cada vez más pesadas, más grandes, más grises.
La rápida corriente del río se enturbia
tras la lluvia de anoche en la montaña.
Un opaco quejido se oye a ras del suelo…
Ayer era verano, hoy el sol se extingue.
Todo cambia, ya nada está en su sitio,
todo se desfigura, todo se convierte
en un viejo decrépito de larga barba blanca
que agarra su bastón para sentirse alzado
sobre la tierra helada que lo convoca.
Ahora me doy cuenta de que nada es inmortal.
Ahora hasta los dioses temen
que el vendaval del tiempo los arrastre.


Traducción de Ovidio Fierro.

Imagen: Caspar David Friedrich, Hügel und Bruchacker bei Dresden, hacia 1824.



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