Solo hay una pregunta que
quiero hacer al día,
un día como el de hoy,
tranquilo, gris casi,
un día sin color como el
presente:
un barco que navega a la
deriva.
Una pregunta, solo una
pregunta
sin luces y sin sombras,
humilde
como un pastor antiguo,
como el árbol inmóvil sobre
el cerro.
También podría ser que mi
pregunta tenga
la hondura enorme de un
tratado
acerca del principio de la
vida
o el resplandor del sol que
no se apaga.
¿Y si a nadie interesa mi
pregunta?
Acaso nadie tenga una
respuesta…
Ha venido la noche. Tengo
hambre.
Es la hora de cenar y
dispondré algo.
Después tú llegarás. Quizás
me abraces
o me hagas la pregunta o la
respondas.
Tal vez tus labios digan
nada, solo nada,
porque lo que se debe decir
es el silencio.
Dejaré la cuestión para otro
día.
Acaso la pregunta se me
olvide.
Traducción de Alberto Russo.
Imagen: Joseph Bail, Far niente,
1893.
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