Je
suis un poète maudit
(Advertencia:
El hecho de crear es un misterio,
un don que rara vez los dioses conceden;
no puedo ser por tanto responsable de mis actos
y menos todavía de mis palabras.)
Siempre he sido lector de
poetas de segunda,
tercera o cuarta fila, de
ese modo
me creía capaz de
igualarlos, incluso
capaz de superarlos. Pero me
he dado cuenta
de que no soy poeta, ni
siquiera
de quinta o sexta fila
porque si lo fuese,
y de primera, ahora mismo
estarían llamando a mi
puerta los editores
o llamando al teléfono,
aunque
no lo tenga y no tenga
puerta tampoco donde
llamar porque no tengo casa
y vivo donde puedo, a la
intemperie,
puesto que no me dejan las
leyes de este mundo
vivir donde yo quiero y
decir aquellas cosas
que llegan a mi pluma no sé
de qué manera,
y que dicen que son
peligrosas para
el normal desarrollo de una
sociedad democrática.
Por ejemplo, que yo soy el
centro del mundo,
que en la casa de Dios se
come solo
pan blanco y que jamás desafinan
los violines de otoño aunque
no llueva;
que la aurora es la líder
indiscutible en la lucha
librada día a día contra las
tinieblas
de la noche. Que siempre es
tarde aunque la dicha
sea buena pues somos
inmortales
y que, por consiguiente, el
sistema de pensiones corre peligro.
Traducción de Daniel Ortega.
Imagen: Gustave Courbet, Portait
de Baudelaire, 1848-1849.
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