lunes, 11 de mayo de 2015

DARIO POPESCU






Mientras leo poesía clásica china

Cuando Li Po vivía las mujeres
poseían un rostro de fina porcelana
y su boca era roja y redonda igual que una cereza.
Dicen que era un placer beber vino
de sus labios pequeños y dulces.
Entonces los poetas se enamoraban
de la luna y querían abrazarla
y tenderse con ella en un lecho transparente.
Entonces la nostalgia era un tesoro
y se usaban las lágrimas para el aderezo
de platos refinados en la mesa imperial.
Quiero decir con esto que los tiempos
ahora son distintos y que aunque tu boca
no sea una cereza sigue siendo
un deleite libar el licor de tus labios,
y que puedes estar tranquila pues no pienso
enamorarme de la luna
ni de cualquier actriz de moda que aparezca,
ni aspiraré a yacer con ella en lecho alguno.
Ahora bien, si no te veo, deja
que derroche el tesoro de la nostalgia,
que la melancolía acompañe mi mesa
y que aliñe mis platos con el salado
humor de mis pupilas.


Traducción de Daniel Ortega.

Imagen: Anónimo, Escena de la corte china, S. XVIII.



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