Mientras
leo poesía clásica china
Cuando Li Po vivía las
mujeres
poseían un rostro de fina
porcelana
y su boca era roja y redonda
igual que una cereza.
Dicen que era un placer
beber vino
de sus labios pequeños y
dulces.
Entonces los poetas se
enamoraban
de la luna y querían
abrazarla
y tenderse con ella en un
lecho transparente.
Entonces la nostalgia era un
tesoro
y se usaban las lágrimas
para el aderezo
de platos refinados en la
mesa imperial.
Quiero decir con esto que
los tiempos
ahora son distintos y que
aunque tu boca
no sea una cereza sigue
siendo
un deleite libar el licor de
tus labios,
y que puedes estar tranquila
pues no pienso
enamorarme de la luna
ni de cualquier actriz de
moda que aparezca,
ni aspiraré a yacer con ella
en lecho alguno.
Ahora bien, si no te veo,
deja
que derroche el tesoro de la
nostalgia,
que la melancolía acompañe
mi mesa
y que aliñe mis platos con
el salado
humor de mis pupilas.
Traducción de Daniel Ortega.
Imagen: Anónimo, Escena de
la corte china, S. XVIII.
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