El oro de octubre
Este es el mes que más me
gusta.
Nadie sabe el secreto de la
fórmula
usada por octubre el
alquimista
para trocar en oro cuanto
roza.
Los árboles del soto se
estremecen
y vibran los adornos de sus
brazos.
Algún pájaro vuela todavía
y en el cielo una queja se
prende de las nubes.
La luz se inclina, lame con
sus dedos
la piel de nuestro asombro y
acaricia
los dientes de león que aún
sonríen
entre la hierba pálida del
suelo.
Pronto vendrá la noche,
pronto.
Y pronto llegará el alba y
la luz nueva,
más débil, más doliente.
Una rueda que nunca cesa,
un remolino pertinaz que
cambia todo,
un viento cada vez más frío,
un ir hacia adelante sin que
puedas
volver la vista urgido por
la prisa.
Pronto no quedará nadie,
se habrá acabado todo…
Pero antes de eso el oro de
octubre
se quedará grabado para
siempre
en el libro interior que
leeremos
el día que nos toque iniciar
nuestro viaje.
O cuando regresemos del
exilio.
Traducción de Casimiro
Ropero.
Imagen: William Turner, A mountain scene, Val d'Aosta, hacia 1845.
No hay comentarios:
Publicar un comentario