viernes, 29 de mayo de 2015

DIEGO DE SILVA Y MENDOZA










Una, dos, tres estrellas, veinte, ciento,
mil, un millón, millares de millares;
¡válgame Dios, que tienen mis pesares
su retrato en el alto firmamento!

Tú, Norte, siempre firme en un asiento,
a mi fe será bien que te compares;
tú, Bocina, con vueltas circulares.
y todas a un nivel, con mi tormento.

Las estrellas errantes son mis dichas,
las siempre fijas son los males míos,
los luceros los ojos que yo adoro,

las nubes, en su efecto, mis desdichas,
que lloviendo, crecer hacen los ríos,
como yo con las lágrimas que lloro.


Imagen: Charles Piazzi Smyth, The Great Comet of 1843.


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