Quiero
ser artista
Quiero pintar un cuadro.
Nunca lo hice.
No creo necesario haber ido
a una escuela
de arte para llevarlo a
cabo.
Así es que me he comprado un
lienzo no muy grande
y comienzo: Primero el azul
(el cielo),
un poco de amarillo (el sol)
y gris (las nubes); dicen
que mañana habrá un diluvio.
Unas manchas de blanco (la
nieve, obviamente),
debajo azul turquesa (las
montañas)
algo difuminado (están muy
lejos).
Es hora de comer; seguiré
esta tarde.
Continúo: marrón (para la
tierra)
y verde (porque debe haber
un prado).
Quiero una casa roja con
balcones;
también quiero un jardín con
sus rosales
sin estanque: los peces no
me gustan,
ni siquiera en sartén o en
la cazuela.
Un perro que vigile mi
morada,
un gato reclinado en un
alféizar,
aquí y allá unas moscas (hay
muchas en el campo),
ratones, saltamontes, una
sierpe
(en todo paraíso siempre hay
una
timando a todo aquel que se
le arrime)
y pájaros volando por el
cielo.
¿Y yo, dónde me pongo?,
porque en la casa debe vivir
alguien.
Es hora de dormir. Yo no me
pinto
ya que me he ido de viaje a
otro planeta,
a otro cuadro o resulta que
me he muerto.
Traducción de Daniel Ortega.
Imagen: James Ensor, The Skeleton painter, 1896.
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