El
sabor del pescado
Ayer se abrió una grieta en
la pared de la cocina.
Pareció que la casa iba a
hundirse.
Luego se me rompió el
bolsillo y perdí las llaves
y tuve que llamar a un
cerrajero,
también a un albañil.
A veces
sucede
que todo se derrumba o que
nos quedamos
de pronto a la intemperie.
Es como cuando despiertas
en mitad de la noche sin
poder respirar
y crees que te vas a morir
pero no te mueres.
Entonces sabes qué siente un
pez cuando lo sacas del agua.
Y prometes después que no
volverás
a probar el pescado en tu
vida.
Porque tú eres un pez al que
persigue
una flota de barcos de
altura
e intentas escapar nadando
veloz hacia
aquella cordillera submarina
donde se halla tu casa.
Buscas las llaves
con premura. Recuerdas que
las has perdido.
Te acuerdas de la grieta en
la pared de la cocina.
Ahora eres un pez y la
abertura
suficiente.
Mas sabes que está reparada
al ver que el albañil se
aleja silbando.
Te dejó la factura en la
mesa
tal y como acordasteis.
Traducción de Estanislao
Górriz.
Imagen: Bartolomé Montalvo,
Besugo.
impecable forma de decir que hay días que mejor es que no amaneciese... porque la factura es mayor que la reparación
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