lunes, 13 de abril de 2015

RANGNVALD NYBORG











El sabor del pescado

Ayer se abrió una grieta en la pared de la cocina.
Pareció que la casa iba a hundirse.
Luego se me rompió el bolsillo y perdí las llaves
y tuve que llamar a un cerrajero,
también a un albañil.
                                     A veces sucede
que todo se derrumba o que nos quedamos
de pronto a la intemperie. Es como cuando despiertas
en mitad de la noche sin poder respirar
y crees que te vas a morir pero no te mueres.
Entonces sabes qué siente un pez cuando lo sacas del agua.
Y prometes después que no volverás
a probar el pescado en tu vida.
Porque tú eres un pez al que persigue
una flota de barcos de altura
e intentas escapar nadando veloz hacia
aquella cordillera submarina
donde se halla tu casa. Buscas las llaves
con premura. Recuerdas que las has perdido.
Te acuerdas de la grieta en la pared de la cocina.
Ahora eres un pez y la abertura
suficiente.
                    Mas sabes que está reparada
al ver que el albañil se aleja silbando.
Te dejó la factura en la mesa
tal y como acordasteis.


Traducción de Estanislao Górriz.

Imagen: Bartolomé Montalvo, Besugo.


1 comentario:

  1. impecable forma de decir que hay días que mejor es que no amaneciese... porque la factura es mayor que la reparación

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