Sin
título
Saltando de tu pecho hasta
mi pecho,
el corazón resbaló y cayó al
abismo.
Hay dos cuerpos tendidos en la
tierra
rozando levemente sus
costados
y lejos sin embargo, tan
distantes
como Australia de aquí,
miles de kilómetros:
un vacío repleto de
tinieblas.
A lo lejos un perro ladra
y el ahogado flota a la
deriva.
Deja que se derrame la
lluvia,
que la vida transcurra como
siempre
(dos ojos en la noche el
automóvil,
el gusano en la fruta y las
aves
acechando el trigal que las
sostiene)
y escribe en la frente de
dos muertos
que respiran insomnes en la
noche
una oración con letras de
bronce:
Puesto que nada son nada se
diga.
Traducción de Santiago
Gómez.
Imagen: Rogelio de
Egusquiza, Tristan und Isolde. La muerte de amor, 1910.
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