Para siempre
Es algo tan pequeño, tan
menudo
este rayo de luz, que da lo
mismo
estar entre la noche que
estar ciega.
Un diminuto sol allí, un
lucero
sobre el ángel y Dios en la
semilla.
Y tú aquí en mis paredes
agrietadas
igual que aquel crepúsculo
alumbrado
por peces abisales y
luciérnagas,
dulcificando el tiempo y sus
latidos,
barriendo los rincones de
las sombras,
esparciendo lagunas en el
yermo,
enhebrando los gozos de la
vida,
estando tú en mí misma para
siempre.
Imagen: Arkhip Kuindzhi, Después
de la lluvia, 1879.
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