Cuando llegue el verano y el
cielo
golpee los tejados y las
calles
con su invisible puño
ardiente, cuando
llegue el verano y caigan
abrasadas
las rosas como el Ícaro que
cuentan
los cuentos olvidados,
cuando llegue
el verano y el árbol que
susurra
en la colina, allá donde hace poco
estuvimos buscando lo
perdido;
cuando llegue el verano y
los lugares
que cuelgan de una rama en
la memoria
se acerquen a la cama en que reposas
y encuentren el sudor de la
desidia,
entonces, solo entonces
sabrás que nunca te busqué,
que nunca
nos despertamos de ese sueño
en el que con ojos
entornados
seguíamos el vuelo de las
nubes.
Traducción de Alberto Russo.
Imagen: Henri Martin, Le
bassin en été.
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