Cuando
haya muerto
Cuando haya muerto, amado
mío,
no cantes para mí canciones
tristes,
no plantes rosas sobre mi
cabeza,
ni cipreses de sombra:
que crezca, verde, en torno
mío el césped,
húmedo de la lluvia y el
rocío,
y si quieres, recuerda
y si quieres, olvida.
No veré ya las sombras,
ni sentiré la lluvia;
jamás escucharé del ruiseñor
el canto dolorido;
y soñando en la luz de aquel
crepúsculo
que no crece ni mengua,
podrá ser que recuerde
y podrá ser que olvide.
Trad. Mariá Manent.
Imagen:Adolf Hirémy-Hirschl, Friedhof am Meer, 1897.
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