Incendio
Es domingo y el cielo es de
ceniza.
Tal vez haya un incendio en
las alturas,
un incendio que todo lo
devora:
la ciudad de oro en llamas,
derribadas
las torres de brillantes
chapiteles,
y Dios sin su palacio y sin
sus ángeles
durmiendo a la intemperie
como un perro.
¿Qué será de los prados
siempre verdes,
de los albos corderos, de
las rosas
que pacen mientras cantan
alabanzas?
¿Hay dolor en el reino en
que el dolor
siempre fue una palabra
inexistente?
Alas ardiendo, blancas vestiduras,
coronas de pureza y halos de
oro…
todo vuelto ceniza, fría
escoria
volcada sobre el techo del
domingo.
Ya no habrá jamás más vida
eterna.
¿Quién es el que abolió
nuestra esperanza?
Se ha cerrado el camino. Hoy
queda solo
esta sucia tristeza que nos
cubre.
Imagen: Jean Michel Cels, Cielo de tormenta, 1838.
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