martes, 23 de junio de 2015

ROSALÍA CASTAÑO










Casi nunca se cumplen los deseos
ni son todas las rosas coloradas,
ni las aves acuden a la escuela
ni come el tiburón hierba del monte.

No desear es fácil y tampoco
es necesario hacerlo, solamente
debemos esperar que el ansia acabe,
que pasen las semanas y los años.

Mas todo esto no es nada cuando sabes
que hay un tigre en el patio de tu casa
dispuesto a abalanzarse sobre ti
y lamerte las manos con cariño.


Imagen: Henri Rousseau, Tigre dans une tempête tropicale, 1891.



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