Casi nunca se cumplen los
deseos
ni son todas las rosas
coloradas,
ni las aves acuden a la
escuela
ni come el tiburón hierba
del monte.
No desear es fácil y tampoco
es necesario hacerlo,
solamente
debemos esperar que el ansia
acabe,
que pasen las semanas y los
años.
Mas todo esto no es nada
cuando sabes
que hay un tigre en el patio
de tu casa
dispuesto a abalanzarse
sobre ti
y lamerte las manos con
cariño.
Imagen: Henri Rousseau,
Tigre dans une tempête tropicale, 1891.
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