Se derrama la lluvia sobre
el monte.
Las aves se refugian donde
pueden.
La niebla se levanta y como
un manto
cubre el cuerpo desnudo de
la tierra.
Antaño no importaban los
momentos
de frío o de calor, la
noche, el día,
la escarcha del invierno o
los aromas
que suele regalarnos
primavera.
El dolor, la nostalgia,
el miedo y los lamentos
nunca existieron, nunca,
solo existía un tú junto a
mí fuera
del mundo de los dioses y
los hombres.
Ahora sin embargo estoy yo
sola,
el pasado perdido para
siempre.
No hay presente. El invierno
se aproxima.
Cuando miro hacia atrás
suspiro y vuelvo
a hacerlo cuando miro hacia
adelante.
No hay quien mis quejas
atesore.
Navego por el río del olvido
y el barco se desliza
silencioso;
en él están mi casa y mi
fortuna:
esos pocos recuerdos que me
quedan
del tiempo que te tuve entre
mis brazos.
Imagen: John William Waterhouse, The Lady of Shalott, 1888.
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