miércoles, 3 de junio de 2015

ROSALÍA CASTAÑO










Se derrama la lluvia sobre el monte.
Las aves se refugian donde pueden.
La niebla se levanta y como un manto
cubre el cuerpo desnudo de la tierra.
Antaño no importaban los momentos
de frío o de calor, la noche, el día,
la escarcha del invierno o los aromas
que suele regalarnos primavera.
El dolor, la nostalgia,
el miedo y los lamentos
nunca existieron, nunca,
solo existía un tú junto a mí fuera
del mundo de los dioses y los hombres.
Ahora sin embargo estoy yo sola,
el pasado perdido para siempre.
No hay presente. El invierno se aproxima.
Cuando miro hacia atrás suspiro y vuelvo
a hacerlo cuando miro hacia adelante.
No hay quien mis quejas atesore.
Navego por el río del olvido
y el barco se desliza silencioso;
en él están mi casa y mi fortuna:
esos pocos recuerdos que me quedan
del tiempo que te tuve entre mis brazos.


Imagen: John William Waterhouse, The Lady of Shalott, 1888.


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