Torne Duero hacia atrás con
su corriente,
dejen los peces el amado
río,
hiélese en la mitad del seco
estío,
y en el diciembre esté cual
fuego ardiente.
Póngasenos el sol en el
oriente,
la noche alumbre como el
rayo frío,
su casta hermana tome el
señorío,
y alumbre el día con
menguada frente.
Quiébrese el eje do se funda
el mundo,
y de él el orden tan sin
orden quede,
que nada acuda a nada que le
toca.
Gocen gloria las almas del
profundo;
que esto y el mismo tiempo
faltar puede,
pues faltan las palabras de
tu boca.
Imagen: John Martin,
Pandemonium, 1841.
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