Metempsicosis
Hace ya mucho tiempo fui un
caballo
y aprendí a comer hierba
y a beber agua a cuatro
patas,
un hábito que aún conservo.
Más tarde fui poeta y
escribí muchos versos;
debieron ser muy malos
porque fui luego grillo y
después un verdugo.
Incluso fui Platón a pesar
suyo.
Pero tal vez la vida más
feliz
fue aquella que viví siendo
tu gato
y contigo vivía y dormitaba
en tu regazo y nada era más
placentero
que el constante contacto de
tus suaves caricias.
He ido por esta vida pasando
de un cuerpo
a otro, de la consciencia a
la inconsciencia,
de la tierra a las nubes,
del desierto
al fango, del palacio a la
choza miserable.
Lo único que no cambia en
esta historia
es el nombre, mi nombre.
Fuese un grillo, un caballo,
un verdugo, un poeta,
el nombre es siempre el
mismo: Ser, ser vivo
siempre entregado a ti,
que alguna vez fue tú, que
te conoce,
que vive en ti sin que lo
sepas
y que a ti volverá tras de
la muerte.
Traducción de Alberto
Dorado.
Imagen: Pieter Fris, Orfeo y
Eurídice en los infiernos, 1652.
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