Soneto
sobre la belleza frágil y perecedera
Con planta incierta y paso
peregrino,
Lesbia, muerta la luz de tus
centellas,
llegaste a la ciudad de las
querellas,
sin dejar ni aun señal de tu
camino.
Ya el día, primavera y sol
divino,
de tus ojos, tu labio y
trenzas bellas,
dieron al agua, al campo, a
las estrellas,
luz clara, flores bellas,
oro fino.
Ya de la edad tocaste
tristemente
la meta, y pinta tu vitoria
ingrata
con pálida color el tiempo
airado.
Ya obscurece, da al viento,
vuelve en plata,
de los ojos, del labio, de
la frente,
el resplandor, las flores,
el brocado.
Imagen: Anónimo, Vanitas, S. XVIII.
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