Me acuerdo de los repollos
acresponados, blancos -rosas
nieves de la tierra, de los
huertos-, de marmolina, de la
porcelana más leve, los
repollos con los niños dentro.
Y las altas acelgas azules.
Y el tomate, riñón de
rubíes.
Y las cebollas envueltas en
papel de seda, papel de fumar,
como bombas de azúcar, de
sal, de alcohol.
Los espárragos gnomos,
torrecillas del país de los gnomos.
Me acuerdo de las papas, a
las que siempre plantábamos en
el medio un tulipán.
Y las víboras de largas alas
anaranjadas.
Y el humo del tabaco de las
luciérnagas, que fuman sin reposo.
Me acuerdo de la eternidad.
Imagen: Richard Adams, Vegetable
Garden.
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