jueves, 6 de octubre de 2016

GABRIEL CHIFU










Mi vecino de enfrente

Mi vecino de enfrente en Craiova
vende salchichas.
Ganó un dineral con esto y se compró
el terreno donde construyó su casa.
Casa costosa y poco inspirada. Pero no es la casa
lo que ahora nos ocupa, sino su patio, que riega sin parar.
Casi no lo conozco, nos saludamos y ya está, pero
lo nombro en este poema pues todo el santo día
él riega su pensil. Lo vi
de madrugada haciéndolo
también lo vi tarde, en la noche. Incluso con la lluvia
no abandonaba su oficio, tranquilo sujetaba la manguera y
regaba concienzudo el verdegal, sin importarle el agua que le caía del cielo.
Estoy seguro de que él no lee poesía. Por tanto
no le importa
que este poema haya crecido a su alrededor
como la ermita en torno al ermitaño,
no le importa
que yo le haya encerrado para siempre en el poema
como una monedita de oro.
Eterno y absurdo, él riega con tesón
su patio. Supongo que en la infancia viviría en un sitio
chamuscado por la canícula. Y también supongo que una noche
soñó que el paraíso era así,
un patio de Craiova que se mantenía verde
a base de regarlo con la manguera.
Y ahora se adentra con pasos resonantes en ese sueño suyo
y vive imperturbable allí.




Traducción de Catalina Iliescu Gheorghiu.


Imagen: John Philip Falter, Sunday Gardening, 1961.




No hay comentarios:

Publicar un comentario