¡Ay loco Amor, verdugo de la
vida,
confuso laberinto del
cuidado,
hoz del sosiego, siempre
desdichado,
de caer en tus manos de
homicida!
¿Tú te atreves a mí, tú que
perdida
tuviste la victoria que has
ganado,
hallándote de mí tan
despreciado
que no temí tu flecha
endurecida?
Ya te vengas cruel, que
ejecutaste
tus efectos en mí de tus
furores.
Mira que estoy, sino
rendido, muerto;
y aunque así de vencerme te
gloriaste,
dirás que me mataron tus
rigores,
que me rendiste no lo dirás
cierto.
Imagen: Caravaggio, Amor
Vincit Omnia, 1601-1602.
No hay comentarios:
Publicar un comentario