La
alondra
¿Quién canta entre las nubes
del día,
al romper el alba?
¿Quién canta allá en lo
alto?
Acaso será él, será tan sólo
él,
el hombre de la tierra, el
mínimo,
con su cuerpo como frescas
verduras
y su voz como las claridades
celestes,
con su sangre azul como un
Ave María.
Sólo puede ser él,
el Cristo de los pájaros,
el que con cada día
resucita de nuevo,
vencedor sin espada,
desde el trigo hasta el
cielo
y lava los pecados
de todas las aldeas.
Traducción de Darío Novâceanu.
Imagen: Homer Winslow, El canto de la alondra, 1876.
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