viernes, 7 de octubre de 2016

EMILY DICKINSON










El ocaso traedme en una taza,
contadme las vasijas de la aurora
para decirme su rocío exacto;
Decidme hasta qué altura da la mañana un brinco
y cuánto duerme el tejedor que hizo
ese lienzo de azul tan dilatado.

Escribid cuántas notas en su éxtasis
tiene el recién llegado petirrojo
entre asombradas ramas del estío;
cuántos viajes hace la tortuga,
cuántas tazas la abeja saborea,
ebria de su rocío.

¿Quién puso al arco iris sus estribos
y quién guía las dóciles esferas
con mimbres del azul más delicado?
¿Qué dedos pulsarán la estalactita
y quién cuenta el dinero de la noche
para saber si todo está pagado?

¿Quién construyó esta casa pequeñita
y dejó tan cerradas las ventanas
que se quedó mi alma toda a oscuras?
¿Y quién me sacará un día de fiesta,
con unas alas negras para huir, como pompa
que aún no te figuras?



Traducción de Mariá Manent.


Imagen: Caspar David Friedrich, Frau vor untergehender Sonne, hacia 1818.



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