XXIX
Pasando el mar Leandro el
animoso,
en amoroso fuego todo
ardiendo,
esforzó el viento, y fuese
embraveciendo
el agua con un ímpetu
furioso.
Vencido del trabajo
presuroso,
contrastar a los ondas no
pudiendo,
y más del bien que allí
perdía muriendo,
que de su propia vida
congojoso,
como pudo esforzó su voz
cansada,
y a las ondas habló de esta
manera,
mas nunca fue la voz de
ellas oída:
-Ondas, pues no os excusa
que yo muera,
dejadme allá llegar, y a la
tornada
vuestro furor ejecuta en mi
vida-.
Imagen: Lawrence Alma
Tadema, Hero, 1898.
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