Igual que aquellos altos
girasoles
que como ojos del sol
intensifican
esta tan tersa luz de la
mañana,
quiero que mi mirada
multiplique
las alcobas de mi alma por
que quepa
el don que en este día se me
ofrece.
Y perderme contigo entre las
vides,
bogar sobre la tierra
blanquecina,
descansar bajo un árbol
solitario,
brotar de lo profundo como
fuente,
creer que ya no existe el
horizonte,
que jamás hubo ayer ni habrá
mañana…
Y cuando el sol entorne de
sus ojos
con las sombras sus pétalos
dorados,
tú y yo caminaremos por
tapices
de seda donde fulgen las
estrellas.
Imagen: Eastman Johnson, Woman on a Hill, entre 1875-1880.
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