Cuántas veces te me has
engalanado,
clara y amiga Noche!
¡Cuántas, llena
de escuridad y espanto, la
serena
mansedumbre del cielo me has
turbado!
Estrellas hay que saben mi
cuidado,
y que se han regalado con mi
pena;
que entre tanta beldad, la
más ajena
de amor, tiene su pecho
enamorado.
Ellas saben amar, y saben
ellas
que he contado su mal
llorando el mío,
envuelto en los dobleces de
tu manto.
Tú, con mil ojos, Noche, mis
querellas
oye, y esconde; pues mi
amargo llanto
es fruto inútil que al amor
envío.
Imagen: Johan
Christian Dahl, Noche de la luna sobre Dresde, 1827.
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