lunes, 15 de febrero de 2016

WILLIAM WORDSWORTH










Un cementerio en el sur de Escocia

A un lado limitado por los hombres,
y al otro por profunda sima, donde
discurre un espumoso riachuelo,
se extiende un cementerio.
Allí la liebre duerme sin cuidados,
y los Elfos, según los ojos crédulos,
a la luz de la luna bailotean.
No quedan ya vestigios de aquellarre
ni de iglesia, mas siguen deslizándose
hasta allí las personas afligidas
a llorar con angustia y suavemente
su oración a los vientos y a las nubes.
No hay tumbas altaneras; solo vense
entre la verde hierba, a ras del suelo,
estatuas esculpidas rudamente
de caballeros que en los viejos tiempos
los humildes honraron. Y no es triste
el conjunto, si el alba soleada
incide sobre el césped estrellado
y en los arbustos próximos resuena
de primavera el coro jubiloso.


Traducción de Ramón Sangenís.

Imagen: Jacob van Ruisdael, The Jewish Cemetery, hacia 1654.


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