miércoles, 3 de febrero de 2016

FRANCISCO DE QUEVEDO










Finge dentro de sí un infierno, cuyas penas procura mitigar, como Orfeo, con la música de su canto, pero sin provecho


A todas partes que me vuelvo veo                     
las amenazas de la llama ardiente,                   
y en cualquier lugar tengo presente                 
tormento esquivo y burlador deseo.                  

La vida es mi prisión, y no lo creo;         
y al son del hierro, que perpetuamente                        
pesado arrastro, y humedezco ausente,                      
dentro en mí propio pruebo a ser Orfeo.                       

Hay en mi corazón furias y penas;                    
en él es el amor fuego y tirano,   
y yo padezco en mí la culpa mía.                       

¡Oh dueño sin piedad, que tal ordenas,                       
pues, del castigo de enemiga mano,                 
no es precio ni rescate la armonía.


Imagen: Alexandre Seon, Lamentation d'Orphee, 1896.


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