martes, 2 de febrero de 2016

DOROTHY HUNTER










El maizal por la tarde (IV)

Esta pequeña parte
del mundo que contemplo
está ahí, siempre igual cada día
pero siempre distinta,
cambiando de manera
que la palabra pronunciada
se torna vieja en el segundo
de nacer, muerta, tan vacía como el pecho
de un esqueleto.
Y cuando estás en ella no sientes
necesidad alguna de hablar de ella,
de escribir o pensar.
Estás en ella y corres hacia adelante
cambiando cuando cambia, siendo la misma
y otra a la vez, y sabes
que estando allí da igual ser o dejar de ser,
aun cuando mueras
y las raíces del maizal, este tapiz esmeralda
que se alza hasta la luz desde la sombra,
hurguen en las cuencas de tus ojos
y liben los recuerdos del paisaje
que con celo guardaste en otro tiempo.



Traducción de Alejandra Burguillos Rasero.


Imagen: Peder Severin Kroyer, Marie in Ravello, 1891.



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