Esta
tarde
¿Y el alegre alboroto de las
aves?
¿De dónde procedía aquel
recuerdo?
¿A dónde me conduce la
memoria?
Apenas si distingo los
azules,
sólo veo los grises de la
piedra
que acarician mis dedos.
(Mano fría,
mano ciega sin luz, pequeña
mano,
mano niña perdida en bosque
oscuro.)
La calle está desierta y el
silencio
aventa con su soplo las
cenizas
que aún restan de un pobre
corazón.
Esta tarde el cantar del
petirrojo
se asemeja al reclamo de la
pena.
Imagen: Konrad Wilhelm Dielitz, Die alte Mauer, 1910.
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