Solo
un deseo
Este negro caballo exhausto
ha dejado sus crines y la
espuma
de su belfo en las tierras
donde no cae lluvia ni
murmura el viento,
donde no se suceden el día
ni la noche.
Corre por una llanura
infinita
en la que solo reina un gris
crepúsculo.
El corcel, cual la pena,
sin descanso galopa
como castigo impuesto por el
hado.
Ven, sosiego, refugio de los
tristes,
fresca agua del hidrópico,
Jerusalén del peregrino,
muestra el camino que
conduce
a la blanca morada de la
calma,
allí donde jamás llega el
recelo,
donde el miedo no habita,
tampoco el llanto.
Imagen: Jakub Schikaneder, Late Afternoon at Hradcany, hacia 1910.
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