Dulce soñar y dulce
congojarme,
cuando estaba soñando que
soñaba;
dulce gozar con lo que me
engañaba,
si un poco más durara el
engañarme.
Dulce no estar en mí que
figurarme
podía cuanto bien yo
deseaba;
dulce placer, aunque me
importunaba,
que alguna vez llegara a
despertarme.
¡Oh sueño! ¡cuánto más leve
y sabroso
me fueras, si vinieras tan
pesado,
que asentaras en mí con más
reposo!
Durmiendo, en fin, fui
bienaventurado;
y es justo en la mentira ser
dichoso
quien siempre en la verdad
fue desdichado.
Imagen: Nicolas-Guy Brenet,
El sueño de Endimión, 1756.
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