Suspiros tristes, lágrimas
cansadas,
que lanza el corazón, los
ojos llueven,
los troncos bañan y las
ramas mueven
de estas plantas, a Alcides
consagradas;
mas del viento las fuerzas
conjuradas
los suspiros desatan y
remueven,
y los troncos las lágrimas
se beben,
mal ellos y peor ellas
derramadas.
Hasta mi tierno rostro aquel
tributo
que dan mis ojos, invisible
mano
de sombra o de aire me la
deja enjuto,
porque aquel ángel fieramente
humano
no crea mi dolor, y así es
mi fruto
llorar sin premio y suspirar
en vano.
Imagen: Wojciech Weiss,
Melancholik, 1894.
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