Un rato se levanta mi
esperanza:
mas, cansada de haberse
levantado,
torna a caer, que deja, mal
mi grado,
libre el lugar a la
desconfianza.
¿Quién sufrirá tan áspera
mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón
cansado!
Esfuerza en la miseria de tu
estado;
que tras fortuna suele haber
bonanza.
Yo mesmo emprenderé a fuerza
de brazos
romper un monte, que otro no
rompiera,
de mil inconvenientes muy
espeso.
Muerte, prisión no pueden,
ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como
quiera,
desnudo espirtu o hombre en
carne y hueso.
Imagen: Carl Julius von Leypold, Wanderer im Sturm, 1835.
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