En
la Ascensión
¡Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo,
escuro,
con soledad y llanto!
Y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal
seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y
afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus
sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la
hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y
desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno?
¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al
puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué
te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos,
ay, nos dejas!
Imagen: Giovanni Domenico
Tiepolo, La ascensión de Cristo, hacia 1748.
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