Qué pronto se oscurece el
cielo.
Cada día que pasa la luz es
más breve.
Esta tarde las nubes
cruzaban las montañas
como cien mil jinetes de un
ejército
vestidos con sus negras
armaduras
dispuestos al ataque.
Comienzan a caer las
primeras gotas;
oigo sobre el tejado su
redoble.
Otra vez el otoño llama a mi
puerta.
Otra vez está aquí, de nuevo
ha vuelto
ese viejo llorón, ese
mendigo
que llega año tras año
suplicando
alojamiento en tanto roba
de mi jardín las más
hermosas flores.
Pero mi corazón es
insensible.
“No te abriré esta noche”,
le digo. “Estoy dormida
y no despertaré hasta la
primavera”.
Traducción de Ovidio Fierro.
Imagen: Jules Bastien
Lepage, Le mendiant, 1880.
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