¿Será posible que a mis
manos muera
el león que me oprime
interiormente,
y que en mí su despojo
represente
la victoria segura y
postrimera?
Del león a quien dio la
muerte fiera
Alcides, se vistió la piel
valiente,
y el mejor yelmo que aplicó
a su frente
fue la cerviz y dientes de
la fiera.
Y ¡qué! ¿no podré yo de este
deseo,
nuevo Alcides, vengarme,
siendo cierto
que creció por mi débil
resistencia,
y, entrando en nueva guerra,
andar cubierto
de su acuerdo feroz y de
experiencia
el vencedor a un tiempo y el
trofeo?
Imagen: Peter Paul Rubens,
Hércules y el león de Nemea Lion, hacia 1615.
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