A pesar del invierno el río
se desliza
igual que una serpiente por
el fondo del valle.
Todavía es temprano y la
escarcha
cubre la hierba muerta con
un sudario.
Nada se mueve, nada
interrumpe
la voz sin fin del agua. Un
río
es como el hombre. Corre, se
agita,
combate, grita, canta,
calla, reza.
A veces la ira lo desborda
y ruge y odia y asesina.
Desde la altura veo su
camino.
Allí, cuando la luz lo
descubre, brilla
y se pierde al llegar al
confín del horizonte.
¿Se pierde? ¿Dónde va?
Indiferente al frío, al
hielo, a las rocas
que quieren impedir su
viaje,
como yo, se apresura hacia
lo ignoto.
Traducción de Ovidio Fierro.
Imagen: Anónimo, Paisaje con un dibujante, hacia
1600.
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