Qué perezosos pies, que
entretenidos
pasos lleva la muerte por
mis daños;
el camino me alargan los
engaños
y en mí se escandalizan los
perdidos.
Mis ojos no se dan por
entendidos,
y por descaminar mis
desengaños,
me disimulan la verdad los
años
y les guardan el sueño a los
sentidos.
Del vientre a la prisión
vine en naciendo,
de la prisión iré al
sepulcro amando,
y siempre en el sepulcro
estaré ardiendo.
Cuantos plazos la muerte me
va dando
prolijidades son, que va creciendo,
porque no acabe de morir
penando.
Imagen: Dick Ket, Stilleven met Piëta,1932.
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