El
sueño de anoche
Se oye el viento de otoño.
Ya llega desnudando los
árboles. La hierba
se queja y apareja el cielo
sus naves grises. ¿Dónde
van?
¿A qué país lejano viajan?
¿Qué comandante las dirige?
¿Qué marineros cuidan de las
velas?
Se van en pos los pájaros
y se queda la tierra muda,
indefensa, sin nadie que la
habite.
Ahora parecemos lo que
somos:
sombras errantes por el
llano inmenso.
Se oye la lluvia sobre el
llano.
Luego se formarán los
arroyos.
Para algunos la lluvia es el
llanto de los idiotas
y para otros la arena un
papel donde escribir
aquello que añoramos de la
nada.
No sé cuántos millones de personas durmiendo
ahora que la luz se hace
mezquina.
El tiempo pesa, se hace tan
denso como esa piedra
suspendida del cielo,
enorme, desafiante.
Alguien la hace girar y se
despiertan las sombras.
El gris se torna negro y
entonces la bruma
extiende su ramaje sobre los
que duermen.
A este llano lo llaman La
Desolación.
Traducción de Valeriano
Pastore.
Imagen: Otto Dix, Eisgang, 1940
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