Mi
cuaderno de tapas amarillas
Tenía que decir algo y me
compré un cuaderno,
uno de esos cuadernos con
tapas amarillas
y una espiral brillante que
se enrosca
como aquella serpiente que
dicen que es el mundo.
Llegué a casa y tenía que limpiar
un poco;
después me fui al trabajo. Volví
y me acosté.
Por la mañana aquel cuaderno
estaba allí sobre la mesa,
mas no tenía nada que decir.
Aun así puse con mi letra
más clara,
apoyando las letras
firmemente
en un renglón por miedo a
que cayesen
y pudieran dañarse en el
derrumbe:
Hoy
es doce de Enero. No sé
qué
hora es. Dicen que habrá sol todo el día.
Y luego más abajo, esta vez
entre paréntesis,
para impedir que se
escapasen,
igual que las ovejas en su
aprisco:
(Cuando cierro los ojos se encienden las luciérnagas).
Traducción de Daniel Ortega.
Imagen: Gustave Caillebotte,
L'éditeur, 1885.
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