Alma hermosa y feliz, que te
partiste
a vida más dichosa y
eminente,
vive en el cielo alegre
eternamente
y yo viviré en la tierra
siempre triste.
Si en el divino asiento a
que subiste
memoria desta vida se
consiente,
no olvides el amor tan
excelente
que en mis finezas siempre
conociste.
Y si por dicha puedo
merecerte
el perdón de tu engaño y mis
enojos,
pues clara la verdad en Dios
se advierte,
ruega a Dios, que engrandece
tus despojos,
que tan presto, mi bien, me
lleve a verte
cuanto quiso apartarte de
mis ojos.
Versión de Luis Vélez de
Guevara.
Imagen: Edgar
Maxence, L'âme de la forêt, 1898.
No hay comentarios:
Publicar un comentario