A
un olmo, consolando su mal
Enojo un tiempo fue tu
cuello alzado,
a la patria del Euro
proceloso:
era tu verde tronco y cuello
hojoso,
dosel al ancho Betis, sombra
al prado.
Ya que la edad te humilla,
derribado,
gimes del tiempo agravios;
ya, lloroso,
tu ausencia llora el río
caudaloso,
tu falta siente y llora el
verde prado.
Envidia al alto cielo fue tu
altura:
cual tú me abraza el suelo,
derribado,
imagen tuya al fin, ¡oh
tronco hermoso!
Tu mal llora del Betis la
agua pura;
y quien llore mi mal nunca
se ha hallado:
¡qué aun en esto me falta el
ser dichoso!
Imagen: John Constable, Study of the Trunk of an Elm Tree, 1821.
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