lunes, 24 de agosto de 2015

RANGNVALD NYBORG










El árbol del ahorcado

Cuando se ahorcó mi tío
en el árbol, en el único árbol
que había en la llanura
(recuerdo todavía
su sombra maternal en la canícula,
el harpado babel de su enramada,
las nubes enredadas en su copa),
mi abuelo lo cortó. Luego
hizo una hoguera y no se apartó de ella
hasta que las cenizas se enfriaron.
El suicida dejó una nota
dirigida a su hermano, mi padre:

No dejes que se hiele el corazón.


Traducción de Estanislao Górriz.

Imagen: Leonardo Alenza, Sátira del suicidio romántico  (detalle), hacia 1837.


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