Casas
Una a una las casas donde
viví
se alinean cual tren que no
camina,
pero camina el tiempo sobre
ellas.
El recuerdo que de ellas
pervive
lo barrieron los otros que
después las habitaron.
Jóvenes, viejos, niños,
un muerto que durmió en esta
alcoba
y mujeres yaciendo a la
espera
de aquel que no respetará su
sueño.
En la cocina pan y
mantequilla,
desayuno, comida y cena,
el cuerpo del delito en el
sótano,
las lágrimas del niño en
plena noche,
un “ya no aguanto más.”
“Vete a la mierda.” “No son
horas.”
“Besé sus labios.” “Cuida de
mamá.”
“Ahora vuelvo…”
Son distintas las voces pero
las palabras
son las mismas de siempre,
la misma historia
contada dos mil veces;
también la mía.
Todo se queda atrás, todo se
muere,
como el recuerdo, como el
hombre,
como el que antes lloraba,
como los pájaros
que no volvieron, que no
anidaron
algún día en mis brazos.
Están aquí las casas, no se
mueven.
Yo sí. Corro hacia abajo y
no vuelvo.
Traducción de José Cohen
Domingo.
Imagen: Edward Hopper, Sunday Morning, 1930.
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