Anoche
llamó la duda
¿No preguntarte me salva?
Si pregunto, la sospecha
de nuevo nubla mis ojos
y entonces llega el
tormento,
el cielo bruno y la
angustia.
La duda es el ponto oscuro
donde el tacto no germina
y la mirada se pierde
en la negrura insondable.
¿Puede tu amor con su pico,
cual si fuere el ave de oro,
la de cadencioso canto,
traspasarme el corazón
para derribar las sombras?
Preciso de ti tan solo
esa efímera centella
que convierta en infinita
nuestra luz cada jornada.
Imagen: Edward Hopper, Morning Sun, 1952.
No hay comentarios:
Publicar un comentario