Miguel
Strogoff
Cuando me aburro pienso en
ti y no quiero.
Pienso en ti cuando tengo un
día tonto
y el recuerdo de aquello
vuelve.
Vienes como un fantasma,
tienes sangre en la boca.
Aún no cicatriza tu
mordedura
en aquel corazón, el mío.
Puedo reconocer mi inocencia
y lo haría ante un juez si
fuera necesario.
Me aburro y vuelves, tomas
posesión
de mi alma igual que antes,
mucho antes
de la extinción del ser
humano.
Y me voy a la calle.
Miro cómo la gente no me mira,
como si no existiera. Hago
el imbécil
con tal de no aburrirme.
Trabajo, vuelvo a casa,
tiendo la ropa,
escucho las noticias
atentamente,
cuento luego los pájaros en
el árbol
de la acera; sus ramas no se
mueven.
No vengas, vete; estoy
leyendo ahora.
A Miguel Strogoff lo han
dejado ciego,
su madre se desmaya abrumada
por la pena.
¡Cuánta crueldad alberga el
alma humana!
No me aburro. He cerrado la
puerta
por donde llegas.
Creo que te he
vencido.
Traducción de Alberto
Dorado.
Imagen: Cartel del filme
Michel Stogoff, Victor Tourjansky, 1926.
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