Una
historia real
Este es el cuento
de un hombre que contempla
un lago.
Su superficie es tersa:
se ha detenido el aire.
Los árboles están inmóviles.
Los pájaros se fueron, es
decir,
estamos en otoño.
Estamos en otoño y hay
silencio.
A mano izquierda, en la
colina,
hay una casa roja. Puede
que sea la del hombre que
contempla
el lago. Puede ser también
que el hombre haya venido de
lejos, de más allá
de las colinas. Puede ser
que viviera allí de niño
y haya vuelto al lugar donde
transcurrió su infancia.
Puede ser que en su viaje
simplemente hallase el lago.
Puede ser
que sea este el primer lago
que ve en su vida
o que haya visto otros
muchos…
Mas el caso es que un hombre
lo contempla.
Ya hemos dicho que reina el
más absoluto silencio.
Piensa en voz alta o dice lo
que piensa
(es por lo que sabemos lo
del silencio,
porque escuchamos sus
palabras).
Un hombre mira el lago y
dice:
“Ya está. Es un buen final
para la historia”.
Vuelve el silencio.
El hombre se estremece y
luego
regresa a su automóvil
y se marcha sin mirar atrás.
El viento se despierta y
riza
el impasible rostro del
lago.
Traducción: Alejandra
Burguillos Rasero.
Imagen: Daniel Garber, The Quarry, 1917.
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