El
maizal por la tarde
Aquí no corren ríos de leche
y miel
pero el maizal roza los
cielos,
las nubes, las estrellas los
oros del ocaso.
Una no puede encaramarse al
maíz,
se puede encaramar a un
árbol.
Las ramas son peldaños de
una escala
si aquello que deseas se
halla en la copa.
Eso si lo que quieres es el
ascenso.
Puedes quedarte bajo el
árbol o internarte
en el maizal si lo que ansías
es que lo horizontal marque
tu paso.
Allá arriba quietud abajo
movimiento.
Cielo y tierra enfrentados.
Cielo y tierra
unidos por un árbol o por un
maizal
que roce el cielo de la
tarde.
Siempre arriba y abajo.
Siempre abajo y arriba.
No podemos quedarnos en
medio.
En medio solo hay aire,
el viento que te arrastra allí
donde no hay nada,
donde no se reduce el tiempo
ni se expande,
allí donde reside los único
que es eterno.
Traducción: Alejandra
Burguillos Rasero.
Imagen: David López García,
Balazote, 2003.
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